¡Qué
casualidad!, mi hija Irene me pide que haga un resumen, en estas fechas que
tengo “a rebosar” el WHATS de los
mensajes de mis compañeros de aquella época, porque, a primeros del mes que
viene celebramos un encuentro…32 años después de terminar el BUP y COU, como se
llamaba entonces. Todos celebran que este año cumplen 50 años,
yo no, mi caso es particular, yo les llevo 5 años de “ventaja”, yo cumplo 55.
Retomé
los estudios cinco años después de haber sacado el Graduado Escolar con 14
años; aquel verano quemé los libros en la caldera de la calefacción (entonces
de leña) y después de pasar un año “haciendo nada”, quise volver a estudiar con
mis amigas, todas en el Insti enfrente de mi casa. Cuando se lo planteé a mis padres, no lo
entendían; en aquella época la mayoría de las chicas dejaban los estudios y se
iban a las fábricas del pueblo (Hilaturas y Riera Marsá), me sorprendía que compañeras
brillantes no continuaran en el Instituto, solo cuatro o cinco de mi clase,
siguieron estudiando y, precisamente, eran amigas mías.
Pasaron
otros cuatro años haciendo “poco más que nada”: aprendí el corte y confección (Sé
coser, pero, no me gusta, coso lo imprescindible, aunque ya quisiera que mis
hijos supieran). Aprendí a escribir a máquina (¡¡¡bendita la hora!!! que es tan
necesario en mi trabajo). Insistí y
persistí en que quería estudiar y como todo lo que uno se propone con fuerza,
comencé el acertado camino de continuar titulando. Tenía 5 años más que mis
compañeros, pero mi energía intacta. Dejé a un lado la vergüenza que sentía de
ser tan mayor y rápido me integré en la clase, aunque en los recreos y permisos
me iba a casa a ayudar con el negocio familiar. Hice amistades, pocas, pero
profundas, recuerdo compañeros que me ayudaron (y, si no, me enfadaba… pobre
Carlos Vasco, qué bueno era).
Y
recuerdo a algunos profesores: Victoria de mates,
alta, espigada, poco favorecida,…hizo que me enamorara de los números, ecuaciones,
derivadas, integrales… Alucinaba con el
número Pi y el infinito. Estudiaba con sus mismas frases, imitando sus
particulares gestos con las manos, que envolvían. Después de 5 años sin
estudiar, no me acordaba ni de dividir y con ella nunca tuve menos de un
notable.
También
recuerdo a otra Victoria, a esta la llamábamos Vicky, tan moderna, alegre y sexy,…impresionantes sus minifaldas y
su forma tan amena de dar las clases, se pasaba el tiempo volando. Apenas
recuerdo la materia que daba, pero nunca olvidaré su mirada de aceptación, apoyo y ánimo, reflejado en su sonrisa
fresca y hermosa; para mí suponía un reconocimiento incondicional y necesario.
¡Qué
difícil el Dibujo Técnico!, durante años tuve pesadillas por no haberlo aprobado
aún y el profe, Gonzalo, muy joven, en el segundo suspenso, creo que entendió
mi incapacidad innata para calcular tres dimensiones y me pasó por imposible y mi urgencia de salir adelante por el camino
elegido. Durante los cuatro años de instituto tuve la intuición de que los
profes tenían “un acuerdo” de apoyar mi decisión de retomar los estudios.
Es
posible que las dos Victorias vengan al encuentro, buena ocasión para darles un
abrazo. Mi corazón agradece el apoyo de
las profesoras y profesores, sensibles y conscientes de las necesidades
individuales del alumnado. Su ayuda nunca es en vano. A mí me cambió la vida.
Este
año mi hija pequeña termina el Bachiller y el 4 de febrero ¡¡lo voy a celebrar!!
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