Echando una mirada hacia el pasado, encuentro seis
años llenos de felicidad, amigos, profesores, experiencias, buenos momentos…
Aún recuerdo el último día de instituto como
si fuera ayer, lleno de nostalgia por abandonar algo que me había hecho feliz
cada mañana de lunes a viernes durante los nueve meses lectivos de cada año que
pasé allí.
Cada día en el instituto era único. No todos los días fueron buenos
ni mucho menos. Pero todos ellos eran especiales, no había dos iguales.
Poniéndome a pensar en momentos vividos, se me vienen
miles de ellos a la mente, y la verdad es que todos ellos buenos. Recuerdo las
excursiones que hacíamos, cada una de ellas distinta. Que si a la playa, al
zoo, al Museo del Prado… Está claro que había excursiones de todo tipo tanto
lúdicas como divertidas. Y ya no hablemos de los viajes de fin de curso…Tanto
París como Italia fueron únicos no sólo por la belleza que estas ciudades
poseen, sino por la gente que me acompañó.
Hablando de los profesores, las palabras hacia ellos se
quedan cortas. Todos los que pasaron por mí, de una manera u otra, dejaron
huella. No había dos profesores iguales, pues cada uno tenía su forma de ser y
de enseñar, eso sí con todos ellos aprendí no sólo lecciones teóricas, sino
también lecciones de vida.
No puedo estar más orgullosa de haber ido al
Instituto Juana I de Castilla, y ojalá podamos seguir viéndonos todos muchos
años más.
Atentamente,
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