jueves, 2 de febrero de 2017

Mi vida en el “Juana I de Castilla”… M. Ángeles Oyagüe (antigua alumna)

Mi paso por el instituto Juana I de Castilla fue, sin lugar a dudas, una etapa importante en mi vida.
Aquellos años fueron un referente y estuvieron en mi memoria, y, de forma muy presente, en los años que inmediatamente los sucedieron.

El tiempo fue atenuando los recuerdos, que fueron solapándose con nuevas vivencias, nuevas etapas. Sin embargo, permanece latente en mi memoria ese 'piloto de calor residual'.  Historias de compañeros y profesores del instituto o del Querido Señor Luis, nuestro conserje omnipresente, aparecen de manera habitual en mis conversaciones. La complicidad, la compañía constante, las risas... sobre todo las risas, frescas, jóvenes. Las risas incontenibles en mitad de una clase, que te dejaban sin respiración o te sacaban al pasillo, las risas en el recreo, risas en la cafetería, risas y conversaciones, en ocasiones también compartidas con los profesores. Yo venía de E.G.B. completamente arropada, rodeada  de amigos y compañeros con los que había crecido, estaba contenta.  Aún así, ¡el cambio fue increíble! enseguida hicimos nuevos amigos, algunos son ahora parte fundamental en mi vida. Y... comenzaron las risas... algún que otro disgustillo, también, ¡por qué negarlo! El desasosiego, la incertidumbre, la presión de las notas..... Con los trabajos de clase disfruté mucho, me quitaban tiempo de estudio, pero me motivaban y hacían que comprendiera mejor las asignaturas... excepto Dibujo Técnico... una ruina de presupuesto en blocs, rottrings y muchas horas de esfuerzo...
Quizá por la fuerza de la costumbre, mi reloj biológico empieza con el curso escolar.

El curso, en el nuevo edificio, empezó más tarde... largos días de espera con los libros forrados, todo listo, deseando empezar.  Estaba encantada con los laboratorios, me fascinaba la Biología, me gustaba la Geología y  ¡teníamos un laboratorio para ellas!  No tardé mucho en decepcionarme, apenas se daban clases prácticas y el uso de estos "estupendos laboratorios" se limitaba a las clases teóricas de Geología,  a tener en los armarios las probetas y una colección de insectos que Soledad C. y yo habíamos entregado como trabajo de Biología el año anterior. También en estos laboratorios se impartieron las primeras clases de Informática, aprendiendo BASIC con ordenadores de una novedosa marca, Apple, ¿os suena?

Otra gran sorpresa fue la relación con los profesores; si bien no con todos en la misma medida, en general, fue una relación cercana, agradable, especial. No puedo citarles a todos, hago mención muy especial a mi queridísimo José Luis de la Torre (El Optus), profesor de Biología en mi primer año de B.U.P., sus clases me fascinaban, su trato impecable, correcto, exigente, afectuoso, serio. A pesar de su seriedad, transmitía con pocas palabras, a veces solo con la mirada, confianza de la buena, sin miedos... Siempre estará en mi memoria. Carmen Corsino, profesora de Literatura en 2º, antes de cogerse la baja por maternidad, insistió con ahínco para que no eligiera Ciencias (lo mismo hizo José Luis, su sustituto) ... desatendí sus consejos; por desgracia, tenía muy claro lo que quería hacer, elegí Ciencias y una vez terminado el instituto, Biología. Cuánto me he acordado siempre de aquellos consejos..... ¡no me fue bien! ...

Félix y Segundo fueron los profesores más "guays" de 3º, gracias a ellos conseguimos ir  al viaje de fin de curso; en plena Semana Santa, no encontrábamos responsables que nos acompañaran.  Ellos lo hicieron con un concepto de la responsabilidad un poco "diferente". Jóvenes, divertidos, recién salidos del horno. Félix era profesor de Biología, sus clases eran amenas, dinámicas y siempre había un rato para hablar de la vida casi, casi como si fuera uno de nosotros... Segundo, profesor de Filosofía, en sus clases de Lógica insistía, con marcado acento asturiano, en que razonásemos y pensásemos por nosotros mismos; llevaba un sonrisa impresa, tanto que, cuando se ponía serio o se enfadaba,  veías su intento de dejar  los labios rectos en "modo-enfado", pero enseguida volvían a hacer curva, hasta que terminaba riéndose de la situación o de sí mismo, volvía a sonreír y se pasaba el mal rollo. El poema de Kavafis,  Ítaca, y su recuerdo son inseparables, él me lo enseñó : ..."Si vas a emprender el viaje a Ítaca, procura que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimiento"...


A Fisiquín lo tuve de profesor en los tres cursos, entre unas y otras asignaturas que me gustaban, pero no se me daban  bien... iba justita, él lo sabía, me ayudaba y esperaba a ver mis resultados con otras asignaturas, si suspendía alguna, caía la suya, "así lo repasas",  decía, o " te falta un pelín, no sé qué hacer contigo", me lo decía en un tono bajo, tranquilo, sin estridencias... a mí se me ponía un nudo en la garganta que no me dejaba articular palabra. Tenía razón, a base de clases particulares y esfuerzo, mejoraba  resultados en las recuperaciones y seguíamos 'tan amigos'.

Por último, voy a citar a Octavio, profesor de Historia de la Filosofía en C.O.U.   Desde mi punto de vista, Gran Conocedor de su asignatura,  de cómo aplicar las Teorías de la Filosofía  a conceptos actuales con razonamientos y símiles cotidianos, fáciles de entender. Era mayor, creo que a punto de jubilarse, había sido fraile y tenía un hijo de 5 años, es decir, ¡mucho que contar ! y lo hacía con gracia y desparpajo,  pícaro y bonachón .....En su asignatura, por primera y única vez en la vida, fui la mejor de la clase... ¡era Genial!

Muchos otros profesores forman parte de mis recuerdos... todos ellos enseñaban y, de manera inevitable, educaban. La figura de Profesor es un referente, sin excepción; incluso los injustos, los poco empáticos,  los apáticos, los cascarrabias. Ahora circula por las redes el lema : "se educa en casa, en los colegios se enseña". No estoy de acuerdo, me entristece esa sentencia. Quieran o no, los profesores  son influyentes, una parte muy importante, en algunos casos fundamental, en la educación.

De mis compañeros, ¿qué puedo decir sin quedarme sin palabras? Incapaz de plasmar en unas líneas todos los sentimientos y emociones que compartimos. No quiero nombrar a nadie, sería injusto no poder mencionarlos a todos y sería interminable mi relato. Anécdotas, historias, vivencias que sólo nosotros compartimos. Al terminar C.O.U., éramos una piña, habíamos compartido una de las experiencias que más marcan en la vida, que no se repiten.
A todos vosotros, sabéis quiénes sois, OS doy las gracias. OS llevo en mi recuerdo. Además, estoy convencida : 

¡ NOSOTROS ÉRAMOS BUENOS, LOS MEJORES !



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