Aquel lejano curso 1986-1987
comenzamos las clases, por "culpa" de las interminables obras, un poco más tarde de lo normal, a mediados de octubre
–las clases en los institutos comenzaban, por aquella época, el primer día de ese mes-.
Llegamos al “instituto nuevo” (pues el curso anterior habíamos estado en el
“Juana I” de la carretera de Matilla) sobre las 09:00, a la “presentación”. En
el patio de entrada nos reunimos todos los que íbamos a estudiar allí.
Enseguida salieron Félix García (Director), Goyo Salvador (Jefe de Estudios), María Ocaña (Secretaria) y los distintos tutores de los grupos: cuatro de 1º, 2º y 3º de
B.U.P. (Bachillerato Unificado Polivalente) y otros cuatro grupos de C.O.U.
(Curso de Orientación Universitaria). Yo, por aquel entonces, iba a empezar 2º de
B.U.P. Me tocó en 2º B y la tutora fue Saturnina Rodríguez, una profesora de Geografía e
Historia que había llegado nueva ese curso.
El primer contacto con el nuevo
instituto fue increíble: era un centro moderno, que todavía olía a recién pintado, espacioso… nada que ver con el que dejábamos atrás… Allí pasé tres cursos
inolvidables, en los que conocí a mucha gente, compartí grandes momentos (la
mayoría alegres), viajes (en 3º de B.U.P. fuimos a Sevilla, Málaga y Granada y en C.O.U. estuvimos en París, Bruselas y Ámsterdam) e ilusiones, sobre todo ilusiones…
Recuerdo especialmente -y con mucho cariño- a mis
compañeros de clase (Marta C., Carolina S., Loreto H., Marta R., Nani G., M. Ángeles O., Penélope M., Soledad C., Ana Teresa M., Carlos G., Jesús T., Miguel Ángel O., Miguel Ángel G., y tantos otros más) y a mis compañeros de bus de la ruta Tiedra-Casasola-Tordesillas (soy de Pedrosa del Rey y siempre vine al “insti” en transporte escolar). Con muchos de ellos he perdido el
contacto (la vida, queramos o no, nos lleva a cada uno por un camino distinto),
pero con otros todavía mantengo cierta relación: nos vemos de vez en cuando por
Tordesillas o Valladolid y recordamos aquellos viejos y, por qué no, queridos
tiempos del instituto…
También me acuerdo de los
profesores (especialmente de los de Lengua y Literatura: Félix
García, Genoveva Martín y Carmen Corsino; de Inglés: Carmen de la Torre ; de Matemáticas: Victoria
Debán; de Historia: Lucía García, Lola Nieto, Saturnina Rodríguez y María
Ocaña; de Latín: Ana de la
Granja y Pedro Pérez). Del trato que teníamos con
ellos (casi, casi familiar) y de su infinita paciencia, pues aunque no éramos
“malos chicos”, teníamos “nuestros momentos de gloria”. A todos ellos les doy las gracias por habernos enseñado tanto y tan bien.
Y llegó 1989… y en junio acabé C.O.U. Me
fui a estudiar Filología Hispánica a la Universidad de Valladolid, pero nunca me olvidé
de mi “instituto del alma” y, en cuanto me licencié, vine a Tordesillas, al
“Juana I” a hacer el C.A.P. (Curso de
Aptitud Pedagógica, o lo que es lo mismo, las prácticas que, por aquel
entonces, había que hacer antes de empezar a dar clase), bajo la tutela de Carmen Corsino, mi recordada profesora de Literatura de C.O.U. Fueron dos meses
“intensos”, “apasionantes”, en los que conocí, un poco más y desde el otro
lado, el funcionamiento de un centro educativo. Corría ya el año 1995 y mi
querido Instituto de Bachillerato ahora era un Instituto de Educación
Secundaria: había llegado “la E.S .O.”
y se habían unido al Instituto de Formación Profesional… Ese mismo año supe
que, si me dedicaba a la enseñanza (como luego así ha sido), allí estaba mi
lugar…
A partir de aquí… años trabajando
fuera hasta el curso 2003-2004, en el que, por primera vez, vengo a dar clase.
El 20 de abril de 2004 pisé por vez primera el hall del instituto como
profesora interina del “Juana I de Castilla”. Aquel momento y aquella
sensación no los he olvidado… Lo que sentí es indescriptible…
Acabó aquel curso… y otros cuatro
años estuve trabajando fuera de Tordesillas.
El 1 de septiembre de 2008 regresé, ya como funcionaria de carrera, con destino
provisional… Al acabar ese curso, la plaza fue ocupada por un profesor con destino
definitivo y yo comencé un “periplo” de cinco años por distintos institutos,
hasta que el 1 de septiembre de 2014 me incorporé nuevamente al “Juana I”, esta
vez, ya, con destino definitivo. A partir de ese momento, mi actividad como
profesora de Lengua y Literatura se ha visto recompensada con unos alumnos estupendos, por los cuales me merece la pena trabajar intensamente cada día. De
igual manera, en estos tres últimos cursos he tenido la suerte de coincidir con
grandísimos profesores (y de conocer a muy buenos y queridos amigos) que diariamente
demuestran su valía, entrega y dedicación por enseñar. Todo un lujo, sin duda,
trabajar con personas así.
Lamentablemente, hace no mucho hemos perdido a una estupenda compañera y excelente persona, María, quien siempre
permanecerá en nuestros corazones. Para ella es mi último recuerdo de estos treinta años.
Me ha encantado tu relato. En tus palabras he recordado muchos de mis propios momentos vitales en otra ciudad, en otro instituto pero con las mismas sensaciones...
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