Nunca antes me habían hablado de
eso, siempre había sido un tema tabú en mi familia, siempre… hasta hoy.
Estaba limpiando el cuarto de mi
hermana, como cada mes. Desde que se fue nos turnamos la limpieza mi padre, mi
madre, mi hermano y yo. Mientras quitaba el polvo de su mesita de noche, me
encontré un cajón con doble fondo, el cual escondía un diario. Sabía que
aquello que iba a hacer estaba mal, pero las dudas que tenía sobre aquel 1 de
noviembre podrían resolverse.
Eché un vistazo general, y había
numerosas páginas en blanco, y otras con garabatos indescifrables. Aquello me
estremecía. Abrí por la página del día 31 de octubre, me salté varios párrafos
hasta que llegué a una parte que me llamó la atención. Por lo que tengo
entendido, mi hermana nunca había creído en fantasmas ni en nada por el estilo,
pero aquel día lo cambió todo.
Sus amigas y ella decidieron
hacer una ouija para comprobar si
todo aquello de las apariciones era verdad. Por lo que leí, siguieron los mismos
pasos que en las películas para invocar a algún fantasma. Pero no les pasó nada
raro ni vieron nada extraño. Hasta que mi hermana llegó a casa. Lo primero que
hizo fue ir al baño; justo antes de salir, se giró y vio escrito en el espejo
–con lo que parecía ser sangre- “live or die, you choose”. Intentó borrarla, pero lo único que consiguió
fue dejar una gran mancha roja. En ningún momento se le pasó por la mente nada
escalofriante. Pensó que había sido Jorge (nuestro hermano), pero él insistió una
y otra vez en que no había sido. De todos modos, decidió dejarlo pasar y seguir
con su vida.
Durante unas semanas le
sucedieron cosas extrañas, las cuales están perfectamente descritas. Hasta que
un día todo se le fue de las manos. Hay unas cuantas páginas llenas de frases
en lenguas muertas y otras con símbolos que nunca había visto.
Según lo que describe, parece que
el supuesto fantasma que la atormentaba la poseyó. Fue en ese momento cuando
decidió contárselo a nuestros padres, y estos le obligaron a ir a numerosos
psicólogos. Ella pensaba que todos creían que estaba loca, y repetía una y otra
vez “no estoy loca, no estoy loca…” Lo veía en todas las partes, en los
espejos, en la calle, en sus sueños. Dejó de salir, estaba todo el día
encerrada en su habitación con “Frankie”; ella apunta que él no dejaba de
decir: “no te vamos a hacer daño”. Pero nuestros padres negaban oír ningún
ruido.
Solo hay una última frase en una
hoja arrancada, metida entre otras dos, en la que pone “ a veces el mundo de
los vivos y de los muertos se mezcla, y ya no sabemos a qué parte
pertenecemos”.
El resto de hojas están en
blanco. Supongo que sería cuando la ingresaron en el psiquiátrico por
esquizofrenia.
Carlota González Ortega
4º A
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