lunes, 6 de noviembre de 2023

"Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido..."

 

Con motivo de la celebración de Halloween y Todos los Santos, el departamento de Lengua Castellana y Literatura organizó un concurso de microrrelatos de terror, que debían comenzar con unos versos de Pablo Neruda: "Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido..." Con este sugerente comienzo hemos querido rendir nuestro particular homenaje a este poeta chileno, en el 50º aniversario de su fallecimiento.



En la mañana de hoy, 6 de noviembre, se han entregado en la biblioteca los premios a los ganadores en las tres categorías. Estos son los microrrelatos seleccionados:


INVOCANDO A LILITH

Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido…En la noche de Halloween de 2023, un grupo de adolescentes entraron en uno de los cementerios de la ciudad de Madrid. Querían practicar con la güija en la noche de difuntos y que mejor lugar que un cementerio. Su intención era hablar con el espíritu de la abuela de uno de ellos que había muerto recientemente, pero, sin darse cuenta, invocaron a “la demonio” más poderosa del inframundo.

Inmediatamente, los adolescentes intentaron salir corriendo, pero Lilith los paralizó y les dijo que si querían salir esa noche vivos del cementerio, deberían entregarle sus almas.

Los adolescentes se negaron, a pesar de que estaban aterrados, por lo que Lilith empezó por arrancarles las uñas una por una. Como los adolescentes seguían negándose a entregarle sus almas a Lilith, esta siguió causándoles dolor: les empezó a arrancar la piel a tiras.

Seguían negándose a entregar sus almas a Lilith y esta no podía quitársela por fuerza, así que empezó a partirles los huesos. Finalmente, y ante el dolor que Lilith les estaba causando, los adolescentes accedieron a entregar su alma a Lilith. “La demonio” aspiró el alma y arrancó el corazón de todos los adolescentes menos uno. A este adolescente le dio la misión de traer nuevas almas al cementerio todas las noches de difuntos.

AINHOA GONZÁLEZ PARRA

1º ESO-B


ATOLONDRADA

“Hay cementerios solos, tumbas llenas de hueso sin sonido”, se repetía Clara en su cabeza, recordando el perfecto poema de Pablo Neruda. Clara se levantó con ansias de comer. Fue corriendo hacia la cocina, pensando en las deliciosas tortitas que le habría hecho su madre. Pero se llevó una sorpresa, era su padre quien las estaba haciendo. Preguntó por las servilletas y él le dijo: “hay que ver lo despistada que estás, cuando alguien te cambia las cosas de sitio, no te fijas en nada, tú siempre en tu mundo”. Le dio las servilletas con una sonrisa. Clara estaba obsesionada con la literatura. Ella odiaba a todos los adolescentes; pensaba que todos tenían que adorar la literatura tal y como ella lo hacía. En el instituto, sus compañeros se burlaban de ella, decían que era rara. Fue entonces que sus compañeros ya no hacían comentarios sobre ella en mitad de las clases, ni se acercaban a ella en el recreo a arrancarle las hojas de sus valiosos y caros libros. Se le hizo raro, pero ella pasó desapercibida. Al día siguiente, llegó la hora de la salida y todos sus compañeros la persiguieron hasta un callejón. Se oían gritos de terror, gemidos de dolor y, de fondo, unas risas inconscientes de sus actos. La sangre salpicaba las sucias paredes del callejón. Hasta que un compañero soltó: “hay que ver lo despistada que estás” y se fueron, riéndose, dejando el cuerpo solitario y embarrado de sangre.

ALICIA BERTRAND

3º ESO-A




EL ÚNICO DÍA DEL AÑO CON FLORES

Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido, pero aquel cementerio ocultaba un oscuro secreto que nunca debí descubrir. Era una noche oscura de tormenta, las ramas de los árboles tenían vida propia, sus susurros retumbaban en mi interior. Decidí entrar a través de esas altas puertas que separaban la vida de la muerte. El suelo temblaba bajo mis pies, las tumbas del cementerio gritaban a mi alrededor, mi cabeza quería salir de ese lugar, pero mi alma se había agenciado de mis movimientos. Sin saber por qué, comencé a andar entre las lápidas, el farolillo de luz que llevaba conmigo comenzó a apagarse y la única luz que tenía procedía de la luna. No quería estar ahí, me quería ir, pero no podía, no había nada que hacer, iba a morir esa noche. De repente, una especie de cuerda me enrolló los pies, me tiró al suelo y me arrastró por todo el cementerio, sentía mi cuerpo arder de dolor. Grité hasta quedarme sin aliento, quería escapar, pero no podía, era demasiado tarde. Tras varias horas me desperté, pero yo ya no formaba parte de este mundo, las flores secas rodeaban mi cuerpo y sabía que hasta el próximo 1 de noviembre nadie volvería a rodearme de colores.

NAIA ALONSO SANZ

1º BACHILLERATO-A


Para terminar, queremos dar las gracias a todos los participantes y, por supuesto, felicitar a las tres ganadoras. 

¡ENHORABUENA!

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