Mi paso por el instituto Juana I de Castilla fue, sin lugar a dudas, una etapa importante en
mi vida.
Aquellos años fueron un referente y
estuvieron en mi memoria, y, de forma muy presente, en los años que inmediatamente los
sucedieron.
El tiempo fue atenuando los
recuerdos, que fueron solapándose con nuevas vivencias, nuevas etapas.
Sin embargo, permanece latente en mi memoria ese 'piloto de calor
residual'. Historias de compañeros y profesores del instituto o del Querido Señor Luis,
nuestro conserje omnipresente, aparecen de manera habitual en mis
conversaciones. La complicidad, la compañía constante, las risas... sobre todo
las risas, frescas, jóvenes. Las risas incontenibles en mitad de una clase, que
te dejaban sin respiración o te sacaban al pasillo, las risas en el recreo,
risas en la cafetería, risas y conversaciones, en ocasiones también compartidas
con los profesores. Yo venía de E.G.B. completamente arropada, rodeada
de amigos y compañeros con los que había crecido, estaba contenta. Aún así, ¡el cambio fue increíble! enseguida
hicimos nuevos amigos, algunos son ahora parte fundamental en
mi vida. Y... comenzaron las risas... algún que otro disgustillo, también, ¡por qué negarlo! El desasosiego, la incertidumbre, la presión de las
notas..... Con los trabajos de clase disfruté mucho, me quitaban tiempo de
estudio, pero me motivaban y hacían que comprendiera mejor las asignaturas... excepto Dibujo Técnico... una ruina de presupuesto en blocs, rottrings y muchas
horas de esfuerzo...
Quizá por la fuerza de la costumbre,
mi reloj biológico empieza con el curso escolar.
El curso, en el nuevo edificio, empezó más tarde... largos días
de espera con los libros forrados, todo listo, deseando
empezar. Estaba encantada con los laboratorios, me fascinaba la
Biología, me gustaba la Geología y ¡teníamos un laboratorio para ellas! No tardé mucho en decepcionarme, apenas
se daban clases prácticas y el uso de estos "estupendos laboratorios"
se limitaba a las clases teóricas de Geología, a tener en los armarios
las probetas y una colección de insectos que Soledad C. y
yo habíamos entregado como trabajo de Biología el año anterior. También en
estos laboratorios se impartieron las primeras clases de Informática,
aprendiendo BASIC con ordenadores de una novedosa marca, Apple, ¿os suena?
Otra gran sorpresa fue la relación
con los profesores; si bien no con todos en la misma medida, en general, fue
una relación cercana, agradable, especial. No puedo
citarles a todos, hago mención muy especial a mi queridísimo José Luis de la Torre (El
Optus), profesor de Biología en mi primer año de B.U.P., sus clases me
fascinaban, su trato impecable, correcto, exigente, afectuoso, serio. A pesar de su seriedad, transmitía con pocas palabras, a veces
solo con la mirada, confianza de la buena, sin miedos... Siempre
estará en mi memoria. Carmen Corsino, profesora
de Literatura en 2º, antes de cogerse la baja por maternidad, insistió
con ahínco para que no eligiera Ciencias (lo mismo hizo José Luis, su
sustituto) ... desatendí sus consejos; por desgracia, tenía muy claro lo
que quería hacer, elegí Ciencias y una vez terminado el
instituto, Biología. Cuánto me he acordado siempre de aquellos consejos.....
¡no me fue bien! ...
Félix y Segundo fueron los profesores más "guays" de 3º, gracias
a ellos conseguimos ir al viaje de fin de curso; en plena
Semana Santa, no encontrábamos responsables que nos acompañaran.
Ellos lo hicieron con un concepto de la responsabilidad un poco "diferente". Jóvenes, divertidos,
recién salidos del horno.
Félix era profesor de Biología, sus clases eran amenas,
dinámicas y siempre había un rato para hablar de la vida casi, casi como si
fuera uno de nosotros... Segundo, profesor de Filosofía, en sus clases de
Lógica insistía, con marcado acento asturiano, en que razonásemos y pensásemos
por nosotros mismos; llevaba un sonrisa impresa, tanto que, cuando se
ponía serio o se enfadaba, veías su intento de dejar los
labios rectos en "modo-enfado", pero enseguida volvían a hacer curva,
hasta que terminaba riéndose de la situación o de sí mismo, volvía a sonreír y
se pasaba el mal rollo. El poema de Kavafis, Ítaca, y su recuerdo son
inseparables, él me lo enseñó : ..."Si
vas a emprender el viaje a Ítaca, procura que tu camino sea largo, rico en
experiencias, en conocimiento"...
A Fisiquín lo tuve de profesor en los tres cursos, entre unas
y otras asignaturas que me gustaban, pero no se me daban bien... iba
justita, él lo sabía, me ayudaba y esperaba a ver mis resultados con otras
asignaturas, si suspendía alguna, caía la suya, "así lo
repasas", decía, o " te falta un pelín, no sé qué
hacer contigo", me lo decía en un tono bajo, tranquilo, sin
estridencias... a mí se me ponía un nudo en la garganta que no me dejaba
articular palabra. Tenía razón, a base de clases particulares y
esfuerzo, mejoraba resultados en las recuperaciones y seguíamos 'tan
amigos'.
Por último, voy a citar a Octavio, profesor de
Historia de la Filosofía en C.O.U. Desde mi punto de vista, Gran Conocedor de su asignatura, de cómo aplicar las Teorías
de la Filosofía a conceptos actuales con razonamientos y símiles
cotidianos, fáciles de entender. Era mayor, creo que a punto de jubilarse,
había sido fraile y tenía un hijo de 5 años, es decir, ¡mucho que contar
! y lo hacía con gracia y desparpajo, pícaro y bonachón .....En su asignatura,
por primera y única vez en la vida, fui la mejor de la clase... ¡era
Genial!
Muchos otros profesores forman
parte de mis recuerdos... todos ellos enseñaban y, de manera
inevitable, educaban. La figura de Profesor
es un referente, sin excepción; incluso los injustos, los poco empáticos,
los apáticos, los cascarrabias. Ahora circula por las redes el
lema : "se educa en casa, en los colegios se enseña". No estoy de
acuerdo, me entristece esa sentencia. Quieran o no, los
profesores son influyentes, una parte muy importante, en algunos
casos fundamental, en la educación.
De mis compañeros, ¿qué puedo decir
sin quedarme sin palabras? Incapaz de plasmar en unas líneas todos los
sentimientos y emociones que compartimos. No quiero nombrar a
nadie, sería injusto no poder mencionarlos a todos y sería interminable mi
relato. Anécdotas, historias, vivencias que sólo nosotros
compartimos. Al terminar C.O.U., éramos una piña, habíamos compartido
una de las experiencias que más marcan en la vida, que no se repiten.
A todos vosotros, sabéis quiénes sois, OS doy las gracias. OS llevo en mi recuerdo. Además, estoy convencida :
¡ NOSOTROS ÉRAMOS
BUENOS, LOS MEJORES !
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